Se
entiende por competitividad la capacidad de una organización pública o privada,
lucrativa o no, de mantener sistemáticamente ventajas comparativas que le
permitan alcanzar, sostener y mejorar una determinada posición en el entorno
socioeconómico.
El
término competitividad es muy utilizado en los medios empresariales políticos y
socioeconómicos en general, y la ventaja comparativa de una empresa estaría en
su habilidad, recursos, conocimientos y atributos, etc., de los que dispone
dicha empresa, los mismos de los que carecen sus competidores o que estos
tienen en menor medida que hace posible la obtención de unos rendimientos
superiores a los de aquellos.
Cuando
se hace referencia al concepto de competitividad, se refieren de una manera
global y duradera de la empresa y no sólo la competitividad de uno de sus
productos o servicios en particular, ya que una empresa puede tener un producto
muy competitivo y ser globalmente ineficiente.
Al
referirse a una competitividad duradera se hace con la mira hacia el futuro, es
decir basándose en el hecho de que si la empresa quiere ser competitiva se
tiene que ir a la vanguardia en todos los sentidos, y al decir en todos los
sentidos también incluye el plano ético y la responsabilidad social.
El uso de estos
conceptos supone una continua orientación hacia el entorno y una actitud
estratégica por parte de las empresas grandes como en las pequeñas, en las de
reciente creación o en las maduras y en general en cualquier clase de
organización.
La estimulación necesaria para que un
país, una empresa
nacional, una transnacional etc, sea más competitivo, son
resultado de una política fomentada
por el estado que
produzcan las condiciones para proveer la estabilidad necesaria
para crecer y se requiere de la construcción de una entidad, capaz de generar, comunidad,
cooperación y responsabilidad.
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